Vivir con propósito conociendo a Dios es vivir bajo dirección divina. Este estilo de vida es un proceso de desarrollo espiritual que nos permite conocer y vivir en forma diferente.
Vivir bajo dirección divina y con propósito demanda: Visión, Pasión y Esfuerzo.
Lograr permanecer con determinación en este estilo de vida, es VER (Vida, Eterna, Realizable)
Dios se manifiesta para ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de percibir la vida espiritualmente. La forma de percibir la vida tiene sólo dos alternativas: con la lógica humana y los sentidos, o espiritualmente (que no es otra cosa que la anterior más el discernimiento espiritual). Ambas son creación de Dios, salvo que el impacto del pecado nos separó del discernimiento espiritual.
Me gusta el pasaje de Hebreos 11:1 como lo describe la traducción en lenguaje actual: “Confiar en Dios (tener fe) es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver”.
La realidad del reino se vive ejercitando fe. Así que: ¿Cómo podemos experimentar y sentir que Dios se está moviendo y actuando a favor nuestro? ¿Cómo estar seguro y confiado que, en todo momento y aun en la noche, Dios se mueve?
Vivir por fe es algo muy activo y su motor se compone de dos factores: expectación y observación. La expectación se relaciona más que nada con nuestra actitud frente a los sucesos de la vida. La observación, en cambio, se enfoca en prestar atención en los detalles. Ejercitarnos determinadamente en desarrollar una fe activa nos permite lograr VER.
Alguien que decidió lograr VER, era tartamudo y se llamó Moisés. Lo primero que nos enseña es que la vida está basada en elecciones, pues él decidió por sobre todo a Dios antes que los mejores lujos y posibilidades de su tiempo: “Y por fe, Moisés, cuando ya fue hombre, no quiso llamarse hijo de la hija del faraón; prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, a gozar por un tiempo los placeres del pecado. Consideró de más valor sufrir la deshonra del Mesías que gozar de la riqueza de Egipto; porque tenía la vista puesta en la recompensa que Dios le habría de dar”. Hebreos 11: 24-26 (DHH). Así que, lección número uno ¿Cuáles son las prioridades elegidas por ti hoy?
Tuvo que aprender humildad y no prepotencia, esa lección le costó cuarenta años de pastoreo de ovejas lejos de lujos y recursos valiosos. Segunda cosa importante ¿Puedes describirte como una persona de actitud humilde? Por algo, el Espíritu inspiró a Pablo a expresar que nuestra actitud en la vida para alcanzar la gloria tiene que ser como la que modeló Jesús. (Filipenses 2: 5-11)
Si observas la vida de Moisés al decidir aferrarse a Dios, experimentó manifestaciones, encuentros y revelaciones increíbles. En un momento de esos surge una charla graciosa, que podríamos definir como una discusión sobre un tema de identidad titulada: “Tu pueblo, o mi pueblo” ¿A quién se le ocurre ese tipo de discusión? Nada menos que a Dios, el autor de lo cómico. Cuando repasas la historia de tu vida ¿no te encuentras con estas encrucijadas cómicas? Hasta resulta cómico que Dios le hizo escribir al mismísimo Moisés esta tragicómica conversación ¿Por qué será?
Si repasas todo el contexto y los sucesos que relata el libro de Éxodo en el capítulo treinta y tres, Moisés cita esta charla que tuvo con Dios sobre el pueblo y su futuro (que vaya a saber a quién le pertenecía).
Observando los sucesos imagino que Moisés tenía una actitud de expectación, que lo lleva a plantearle a Dios lo que expresa el verso dieciocho, llega el punto en que Moisés no puede más y le dice a Dios: “Por favor, muéstrame tu gloria”.
¿Sientes que has alcanzado la gracia de Dios como para que tu expectativa proclame una pregunta de este tipo?
La lección más interesante que me deja esta historia, como indiqué al principio, tiene que ver con las elecciones de vida. Moisés era un hombre como nosotros, algunas cosas le costaban más que otras, pero se enfocó en lograr VER y lo máximo para él era ver la gloria de Dios. ¿En dónde concluyen tus expectativas de vida?
El otro evento que deseo citar se encuentra en el evangelio de Juan, me encantan los relatos de Juan. En el capítulo once de su evangelio es inspirado para mostrarnos cómo, el Señor, en combinación con Jesús, produce uno de esos encuentros curiosos que revelan muchos principios.
Nos cuenta de forma particular cómo actuó Jesús en los sucesos de su amigo Lázaro y sus hermanas y relata eventos con principios muy similares al que compartimos sobre Dios y Moisés.
En la charla previa que Jesús tiene con Marta resalta la importancia de confiar en la revelación de Dios, Jesús dice en el verso veinticinco y veintiséis: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás”. (DHH), posteriormente le reafirma esto mismo a Marta cuando le dice en el verso cuarenta: “¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?” (DHH)
Es mi ruego que el Espíritu te permita ver muchos principios más en este pasaje, pero ya sea que tengas una pasión como la de Moisés o sigas los consejos de Jesús a Marta deseando ver la gloria de Dios, para lograr VER hay que desarrollar expectativa santa y observar sucesos bajo la dirección correcta de decidir creerle a Dios por sobre todas las cosas.
Intenta comenzar con creerle a Dios y espera la manifestación de Su Gloria. El Señor dice de sí mismo: “Dios no es un simple mortal para que mienta o cambie de parecer. Si él habla, ciertamente actúa; si él dice algo, lo lleva a cabo” (RVC).
Cualquiera sea tu situación no es diferente a la de Moisés, Lázaro y sus hermanas, ¿estás dispuesto a creer? Pues la manifestación y revelación de Su gloria, es una realidad.
Determina creerle a Dios, prepárate para un encuentro con Él, prepárate para VER.