¿Dónde comienza la verdadera adoración? Sin duda cuando uno desea una respuesta acertada de preguntas profundas, es necesario descubrir el fundamento, elemento esencial para construir sobre el mismo si deseas firmeza.
El fundamento esencial de la adoración lo encontramos al comienzo de la carta de amor del fabricante:
“En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”. Génesis 1:1
Todo comienza en Dios y para Dios, su deseo es que su creación logre intimidad con Él eternamente para alabarle y disfrutar de su revelación.
El mayor nivel o punto máximo de la adoración, se encuentra en la intimidad y se logra cuando Dios se revela.
La esencia de la adoración es Intimidad y Revelación=>es relación=> que concluye en manifestación de Gloria.
La esencia de la adoración es el reconocimiento de la gloria de Dios y el anhelo de intimar con él, producto de una actividad interna que se manifiesta externamente. Pero su base está en el corazón del adorador y no en un formato de acciones. Entonces, por qué las personas recorren distintos lugares buscando un lindo culto antes de intimar con el Señor.
Luego de la caída, Dios estableció el medio para mantenernos en comunión, donde se encuentra en forma implícita la Adoración = Gracia, Fe y Sacrificio.
La gracia de Dios nos permite acercarnos confiadamente al sacrificio perfecto, que por medio de la obra de Cristo nos da acceso y relación con el Padre para recibir su revelación. (Hebreos 10: 19-25)
En todos los tiempos, aquellos que se arriesgaron a confiar plenamente, lograron una intimidad con Dios que nos inspira: por ejemplo, la fe de Enoc le permitió pasar a la gloria sin ver la muerte (Hebreos 11:5). Moisés desarrolló una intimidad tan grande con Dios que se atrevió a pedirle al Señor que le mostrara Su gloria (Éxodo 33:18). David en intimidad logró desarrollar un corazón como el de Dios (Hechos 13:22), factor importante que nos demuestra que el plan de Dios se centra en la intimidad y en el corazón del adorador, no siendo tan importante las formas o el lugar, como el corazón del adorador. (Juan 4:23-24)
En una oportunidad Jesús fue confrontado para expresar el mayor mandamiento, él expresó una dirección divina clara para mantenerse cerca del reino de Dios: “Amar a Dios con todo corazón, alma, mente y fuerzas, Y esto nos conduciría a servir al prójimo”. (Síntesis de Marcos 12:30-31). La dirección marcada no es otra que los propósitos del Creador, que nos acerquemos a Él apasionadamente para recibir revelación de servicio, esto es adoración.
El apóstol Pablo se refiere al “trabajo del pueblo” o sea a la liturgia, en su carta a los Romanos en el capítulo 12: 1-2 dice:
“Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto”. (DHH)
Él expresa que la forma de adoración que le agrada a Dios contiene entrega y sacrificio, una entrega voluntaria y completa de todo lo que somos en reconocimiento por todo lo que Dios ha hecho a nuestro favor, es procurar santidad, la separación o cuidado de una realidad de existencia viva dedicada o presentada en forma exclusiva al dador de vida.
La verdadera forma de adorar a Dios es espiritual y de servicio. El texto en su significado original expresa que es: “la adoración espiritual nuestra o el servicio que se espera de nosotros”.
Entonces, sin reconocimiento no puede existir una entrega dedicada y exclusiva y sin entrega no se logra presentar sacrificio agradable.
No se puede conocer o vivir la realidad de un reino eterno sin reconocer la obra de Cristo:
“Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo”. Romanos 10: 9-10 (NTV)
No se obtiene revelación divina sin intimidad. La intimidad te convierte en un adorador y un adorador es un portador de esperanza. La palabra declara por medio del apóstol Pedro:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva…” 1 Pedro 1:3 (RVA)
El enemigo es un experto en robar tu pasión para relacionarte con Dios, matar tus ideales y destruir toda esperanza (Juan 10:10). En un mundo desesperanzado tu entrega y sacrificio para recibir revelación divina te convierte en un portador de esperanza.
La adoración nos convierte en una verdadera explosión (TNT) de esperanza, TNT=>Traslación, Nuevo nacimiento, Transformación.
El padre nos ha creado para una esperanza viva, por eso la obra de Cristo te traslada de las tinieblas a la luz. Nos provee una nueva perspectiva de vida, nuevo nacimiento y te transforma para adquirir una nueva manera de pensar.
Siendo esto tan importante Pablo comienza el capítulo 12 de su carta a los Romanos enfatizando una necesidad fortalecida por un ruego o súplica fundada en la misericordia y gracia de Dios: que presentemos nuestra vida, que hagamos el trabajo (liturgia) de entrega y sacrificio.