Felicidad comienza con fe
De manera frecuente la gente expresa y se estimula en la necesidad de tener fe, pero una fe depositada en algo que no tiene valor, puede ser un desastre.
Hay dos males comunes entre los mortales: primero, que le otorgamos la dirección de nuestras vidas a mortales como nosotros. (no se si habrás escuchado la frase: “Hay que seguir al varón de la visión”).
También por idénticos motivos en segundo lugar, los pueblos del mundo prefieren seguir más a un líder o persona carismática que ideas y proyectos de equipo.
Para los espirituales, la sabiduría de la vida proviene de experimentar a Dios.
Dios asegura que si no hay visión (dirección divina) el pueblo, o sea el hombre común, perece o se desvía. Y los mejores resultados surgen de una comunidad de fe que honra dicha dirección divina o visión de Dios, eso es ser sabio.
Por esto, uno de los factores importantes de la fe es que nos reúne sabiamente en la mejor experiencia de comunidad, que es el Reino.
La única fe que puede proveer correcta o sabia orientación al hombre y a este mundo, es la que nos permite experimentar a Dios “el mejor proyecto de vida para todos los tiempos”. (Uy… lindo anuncio para una campaña).
Por todo esto creo que es importante que cuando pensamos en la necesidad de tener fe, debemos aceptar que para ello hace falta esfuerzo y sacrificio.
El apóstol Pablo marca algunos aspectos importantes que produce el tener fe, resaltando la “alegría” como un factor primario al desarrollar fe, esto lo encontramos en su carta a los Romanos 5:1 al 11.
Si felicidad comienza con fe, hallamos plena felicidad teniendo un estado pleno de paz. Si bien los seres humanos, las instituciones y los gobiernos establecen reglas y leyes a favor de mantener y procurar la paz, nuestra naturaleza humana no nos permite dar lo que no tenemos, la capacidad absoluta para procurar la paz no está a nuestro alcance.
Por más que la conciencia dicta que debemos procurar paz, la ley humana no puede controlar en forma completa nuestro limitado conocimiento, nuestros sentimientos humanos egoístas y nuestra voluntad termina sin cumplir adecuadamente con las leyes que nos imponemos para mantener la paz. Sólo basta ver todos los conflictos que enfrentamos todos los habitantes de este planeta.
La única manera de respaldar eficientemente este anhelo humano de paz bajo leyes limitadas se halla en la consideración de justicia, autoridad y paz que sólo puede provenir de Dios.
La fe produce alegría pues te hace justo frente a Dios, respalda y afirma tu conciencia de paz, te provee paz con Dios y también la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
Pablo comienza diciendo:
“Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros”. Romanos 5:1 (NTV)
Desarrollar fe para obtener paz nos introduce en un proceso espiritual, el cual nos trae revelación sobre la grandeza, sabiduría y poder de Dios, su amor y su plan redentor: Jesús es el autor, creador de la fe (Hebreos 12:2) y sin la cual es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
La fe que nos permite aceptar la obra redentora de Cristo no solo nos reconecta en nuestra relación con Dios, sino que también nos posiciona en un lugar no merecido y nos trae paz.
“Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios”. Romanos 5: 2 (NTV)
Pablo expresa que desarrollar fe genera una paz garantizada por el accionar de Dios y que te permite: entrar, permanecer y tener esperanza.
La fe en la obra de Cristo te traslada del reino de las tinieblas al reino de Dios (Colosenses 1:13), eso es gracia inmerecida.
Su amor es tan grande que uno puede permanecer en paz confiadamente, pues el garantiza que nada puede separarnos de su amor (Romanos 8:31-39).
La esperanza está garantizada por la certeza de una paz completa, una paz confiada y alegre de experimentar la gloria de Dios (Efesios 1:18).
La paz que podemos lograr los simples mortales es limitada, pero la que Dios provee por medio de la obra de Cristo sobrepasa todo lo que podemos entender, esa paz protege nuestro corazón y nuestra mente, sin duda es superior (Filipenses 4:7 NTV).
Es una paz que nos permite vivir confiados sin angustia y sin miedo, es el mejor regalo de Dios (Juan 14:27 NTV).
Pablo no solo detalla que participar en esperanza de la gloria futura nos trae la paz, agrega además que produce alegría, alegría que también se extiende en los momentos de dificultad.
“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestros corazones con su amor”. Romanos 5: 3-5 (NTV)
Las pruebas y las adversidades producen resistencia en nuestras luchas del alma, el resistir la adversidad sabiamente da como resultado o favorece la maduración de nuestro carácter. Un carácter firme hace más fuerte la esperanza segura de ser salvos, esperanza que no defrauda y resalta aún más el amor de Dios hacia nosotros.
En los versos que siguen Romanos 5:6-11 (NTV), Pablo nos recuerda nuestra incapacidad para salvarnos por nuestros propios medios y cómo la obra de Cristo nos permite recuperar nuestra amistad con Dios.
“Así que ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos hizo amigos de Dios”. Romanos 5:11 (NTV).
La verdadera felicidad comienza con esa fe que nos hace justos, nos trae paz, recrea una relación perfecta de amistad con nuestro Dios, y sin duda todos estos factores que el apóstol Pablo resalta producen alegría.
¡¡¡Alégrate!!! Dios está de nuestro lado.