Fe en la Adversidad

Fe en la Adversidad

Felicidad comienza con Fe

Fe en la Adversidad

No sé si has escuchado alguna vez la frase: “Esperando lo mejor y preparándonos para lo peor”, frente a cualquier experiencia dolorosa lograr responder de manera saludable requiere: “expresión” y “actitud”.

Saber expresar lo que nos sucede liberando emociones y reconociendo los sentimientos que nos produce dicha experiencia dolorosa nos predispone para adquirir una actitud que nos ayude a superarnos.

El dolor es parte de la experiencia humana, la clave descansa en cómo uno decide transitar dicha experiencia donde lo importante es si la transitarás de manera solitaria o acompañado y cuál es tu apoyo durante la misma.

Hay realidades en la experiencia humana que, aunque nos cuesten aceptarlas y enfrentarlas, siempre estarán presentes como el dolor, las enfermedades y la misma muerte. Es importante saber reconocer qué tiempo estamos viviendo (salud o enfermedad, necesidad o abundancia).

La mejor manera de enfrentar cualquier tipo de circunstancias en esta vida está en aprender a cómo enfrentarlas, por ese motivo es esencial que conozcas qué recursos estás almacenando o de qué recursos te estás apropiando para hacer frente a los momentos de crisis.

Los sentimientos y las emociones son los primeros en reaccionar ante cualquier adversidad, cuando esta parte de nuestra personalidad se encuentra atacada por una circunstancia adversa, afecta en forma directa a nuestros pensamientos y nuestra voluntad. Este es el efecto principal de “las luchas del alma”, compuesto por todo aquello que afecta nuestros sentimientos, pensamientos y voluntad.

Ahora, qué papel juega la fe en todo esto si es que confiar en algo puede ayudarte.

Nuestra vida consiste en nuestro cuerpo, alma y espíritu. La sabiduría de cuidar responsablemente y con atención cada una de estas partes es importante.

Es común oír que es necesario tener fe o esperanza (que muchos dicen que es lo último que se pierde) pero el valor de éstas depende en qué se apoya dicha fe y esperanza.

Siendo que somos espíritu, alma y cuerpo, el conocer cómo interactúan y saber prestar atención a lo que nos toca hacer al respecto, es importante ya que influye en forma directa en el desarrollo de nuestra personalidad creando conciencia de vida.

Una imagen que puede ayudarnos a comprender esto, aunque no sea una representación exacta, es la imagen de una guitarra: nuestro espíritu, alma y cuerpo vienen a ser la caja de resonancia que da sonido en nuestra vida. Las manos del guitarrista es el motor externo que hace que funcione, ese sería el papel de los valores o de la ley que nos mueve o nos impulsa para crear conciencia de vida.

Justamente así actúa la conciencia integrada por la personalidad y la ley, la cual sonará armónicamente según como decidas tú que funcione. Un problema muy humano surge cuando uno desea explicar situaciones ignorando la realidad de los valores o ley a la que recurrimos como parte de nuestra conciencia y simplemente desarrollamos un razonamiento lógico o razón científica, esto termina siendo una transferencia de una falta de conciencia sana o equilibrada, pues la misma ciencia siempre retorna a Dios. El Neurocientífico Facundo Manes expresó: “Mientras la ciencia no lo pueda explicar, yo me permito tener fe y creer en Dios”.

La cuestión clave es que si tú eres lo que piensas y lo que piensas está determinado por lo que crees, ¿en qué creencias se apoya tu sistema de valores para enfrentar la adversidad? ¿Aceptas solo por lógica o científicamente que no hay respuesta o te permites tener fe?

Esta elección está condicionada al estado de tu conciencia, el equilibrio entre tu personalidad y la ley que la rige establece la condición, por esto los valores o la ley que acompaña a tu personalidad en tiempo de crisis es de suma importancia y por este motivo lo que crees termina definiendo lo que eres.

La realidad de la vida es que por creación todos somos “espirituales” y por el impacto del pecado pasamos a ser “conformados”, como expresamos antes, tú te conformas de acuerdo con tus creencias, de acuerdo con los valores o ley que sostiene tu vida.

Por este motivo, para regresar a una condición “espiritual” uno necesita ser transformado por el Espíritu que nos dio vida. (Romanos 12:1-2).

En su libro “Como vivir sobre el nivel de la mediocridad” Charles Swindoll expresó esto: “Sin la motivación del discernimiento y el entusiasmo divino, la gente tiende a irse hacia lo ordinario”. Para tener pensamientos o aliento del Espíritu debemos experimentar la vivencia de Cristo viviendo en nosotros para superar la mediocridad, ya que esto da lugar a la transformación.

Esta transformación nos conduce a un correcto pensar y permite que, al introducir al Espíritu Santo en nuestras vidas la mente de Cristo se activa en nosotros. Esta es la mejor manera de poseer pensamientos positivos, pensar en forma correcta y tener la certeza de un Dios que es bueno con nosotros y aún en medio de la dificultad nos bendice.

Nuestro pensamiento y expresión puede ser confiadamente como lo dice el salmista:

“En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría”. Salmo 94: 19 (DHH)

Es tiempo que te preguntes qué te da consuelo en medio de las crisis que la vida nos presenta. ¿Te permiten los valores o ley que afirman tu conciencia a creer que puedes enfrentar la adversidad con paz?

Es nuestro deseo que esta reflexión te permita avanzar en este tema y recuerda que, así como la ciencia, todo retorna a Dios.