El Efecto Concéntrico de la Misión

El Efecto Concéntrico
de la Misión

El Efecto Concéntrico de la Misión

El significado de concéntrico abarca a los objetos que comparten el mismo centro, eje u origen.

La misión tiene su origen en la esencia del reino. La obra de Cristo nos trasladó del reino de las tinieblas al reino de la luz y la misión fue comisionada desde el “mientras van yendo” de la gran comisión (Mateo 28:18-20) hasta “me seréis testigos hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

Por este motivo, es que cuando Jesús expresó cuál era nuestra misión, comenzó el efecto concéntrico partiendo desde nuestra experiencia personal con Dios hasta lo último de la tierra que forman las ondas expansivas y concéntricas del reino.

Esto determina que debemos esforzarnos en recordar que lo que comienza en nuestro proceso de transformación al ser trasladados al reino eterno, se desarrolla hasta lo último de la tierra antes de la eternidad.

Así como obtener visión, o sea una dirección divina clara, te provee propósito. La esencia de la misión le provee sentido a lo que somos, embajadores de un reino eterno:

“Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: ¡Vuelvan a Dios! Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo”.
2 Corintios 5:17-21 (N.T.V.)

También la esencia de la misión da sentido a por qué hacemos lo que hacemos, siendo el ser antes que el hacer. Nuestro ser adquiere su esencia en un traslado y una transformación: somos trasladados del reino de las tinieblas al reino de la luz (Colosenses 1:13), para ser transformados de gloria en gloria a la imagen de Cristo.

Así como la fe sin obras está muerta, la visión o propósito no cobra sentido sin la misión.

¿Por qué se olvida el efecto concéntrico de la misión? Cuando el pueblo se encierra o comienza a ver sólo hacia adentro (Recordemos que la iglesia primitiva tuvo que ser incentivada por una persecución para comenzar a vivir el efecto concéntrico). Cuando las iglesias locales viven un evangelio de paredes hacia adentro. Cuando hacer misión se limita sólo a una expresión sin acción consecuente de tres pasos: orar, aportar o ir.

Pero por qué son pocos los que oran, los que aportan económicamente y los que van. Las iglesias locales fueron cediendo a las agencias misioneras el envío de obreros a proyectos transculturales y con el paso del tiempo los cambios generacionales, la disminución de los aportes y la condición de soledad de los obreros comenzó a sentirse.

La característica de estos cambios logró que el pueblo se alejara de los enviados y el peso burocrático que tuvo que ir enfrentando una agencia misionera fue deteriorando el servicio y adicionando carga al misionero, teniendo que conseguir el obrero sus propios apoyadores de manera desconsiderada.

Es necesario que el pueblo del reino desarrolle misión, que cada integrante chequeando diariamente su dirección divina tenga la certeza de estar tocando su entorno y el fin del mundo.

El problema de muchas iglesias locales es que no se mueven bajo la guía de una visión escritural y sus miembros misionan tan localmente que no pueden participar en un desarrollo misionero concéntrico. Les es muy difícil saber cómo viven y acompañar a los que están en el campo de batalla.

Toda visión escritural conduce al servicio, este comienza desde adentro hacia afuera. Tu servicio junto al de tu congregación se expande concéntricamente. A cuántos misioneros conoces, cuántas misiones atiende tu iglesia ya sean locales o transculturales, cómo intercede en oración tu iglesia y tú por ellos, a cuántos misioneros tu iglesia y tú apoyan económicamente, qué contacto mantienen con ellos, los conoces personalmente, los visitas.

Encontrar respuesta a todos estos interrogantes podría ser un buen indicador de que el efecto concéntrico establecido en el mandato de la misión dado por Cristo funciona, que en realidad nuestra visión desarrolla misión, en consecuencia, nuestra “visión sirve”.